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¿Qué es el hambre emocional? Descubrimos sus características

¿Qué es el hambre emocional? Descubrimos sus características

03 Agosto 2017

Comer es un acto necesario, está relacionado con el hambre física. Pero las ganas de comer pueden verse influenciadas por nuestras emociones, que pueden ir desde la felicidad, hasta el enfado, pasando por el aburrimiento o el estrés. A esto se la llama hambre emocional.

La comida, además de cumplir una función nutritiva, nos resulta placentera y desestresante, por esta razón, ante determinadas situaciones y emociones recurrimos a ella como vía de escape.

Todo comienza cuando somos niños. El hambre emocional aparece tras un proceso asociativo: nuestros padres nos premiaban con dulces y nos castigaban sin ellos. Con el tiempo, también asociamos la comida a celebraciones, cenas con amigos, cuando nos sentimos deprimidos o enfadados… Establecemos una asociación entre la comida y diversas emociones, y esta se mantiene durante toda nuestra vida.

Cuando damos respuesta a nuestro hambre emocional con comida, no buscamos saciar el hambre física, sino calmar nuestras emociones. A todos nos ha pasado: estamos aburridos y nos terminamos esa bolsa de patatas, o nos comemos un paquete entero de galletas porque nos sentimos estresados. El problema aparece cuando convertimos esto en una práctica habitual, lo que afecta a nuestro peso, y también a nuestro bienestar emocional y a nuestra salud.

Las emociones afectan a nuestra alimentación

La comida que ingerimos afecta a nuestras emociones, pero cómo nos sentimos afecta a nuestra forma de comer. Así nace un vínculo: lo que comemos depende de nuestras emociones, y viceversa, la alimentación que llevamos puede terminar condicionando nuestro bienestar emocional.

Características del hambre emocional

Se trata de simples antojos

Cuando sentimos hambre emocional, tomar un plato de verduras, no nos saciará, nuestro cuerpo pedirá alimentos calóricos, azucarados y ricos en grasas saturadas. Cuando nos sentimos emocionalmente inestables, la tendencia es consumir alimentos grasos, influyendo de manera negativa en el control de nuestro peso.

Estar llenos no significa estar satisfechos

Es difícil saciar el hambre emocional. Más que comer, engullimos sin apenas pensar, hasta que nos sentimos llenos, pero aun así, al no sentirnos satisfechos, podemos seguir comiendo. Si se tratara de hambre física, la sensación de saciedad aparecería mucho antes.

Comer es una respuesta al malestar emocional

Buscamos aliviar las emociones negativas con la comida. En un principio pensamos que lo estamos consiguiendo, pero esta sensación de alivio solo se mantiene durante la ingesta. Después, es muy probable que nos sintamos incluso peor.

Sentimiento de culpabilidad

Aparece la sensación de falta de control. La cantidad y tipo de comida que ingerimos para intentar saciar el hambre emocional, hace que nos sintamos culpables.
Somos conscientes de que las galletas o las patatas fritas que vamos a comernos están cargadas de azúcares y grasas, y que si las tomamos en exceso no son saludables, pero el impulso nos puede, y no conseguimos contenerlo.

El impulso nos mueve

Comemos sin apenas pensar, de forma impulsiva. Sentimos unas ganas intensas de satisfacer el hambre emocional. En cambio, cuando se trata de hambre física, esta surge de forma gradual y puede controlarse.

Fuente: Bellezzia clínicas estéticas - Agosto 2017